dilluns, 16 de desembre del 2013

 

Un estudio vincula la contaminación atmosférica con el síndrome del ojo seco.

Se observan tasas altas de ambas cosas en la mayoría de grandes ciudades
Los residentes de las ciudades estadounidenses con unos niveles altos de contaminación atmosférica son mucho más propensos a contraer síndrome del ojo seco que las personas que viven en unas ciudades con un aire más limpio, según muestra un reciente estudio, presentado en Nueva Orleáns (Estados Unidos) en la reunión anual de la Academia Americana de Oftalmología .
Las personas que vivían en y cerca de ciudades como Chicago y la ciudad de Nueva York tenían entre tres y cuatro veces más probabilidades de ser diagnosticadas con síndrome del ojo seco que las que vivían en áreas urbanas con unos niveles más bajos de contaminación atmosférica.
El síndrome del ojo seco, una deficiencia en la producción de lágrimas, puede dañar gravemente la calidad de vida y la productividad de una persona. Sus síntomas incluyen un lagrimeo excesivo, incomodidad al usar lentes de contacto, y picazón en los ojos.
En este nuevo estudio, los investigadores analizaron los expedientes médicos de más de 600,000 veteranos de Estados Unidos que fueron tratados por síndrome del ojo seco en casi 400 clínicas oftalmológicas de VA entre julio de 2006 y julio de 2011. Los expedientes se compararon con datos sobre la contaminación atmosférica recolectados en el mismo período.
Aunque el estudio no se diseñó para probar causalidad, los investigadores dijeron que la mayoría de ciudades grandes tenían niveles altos de contaminación atmosférica y unas tasas altas de síndrome del ojo seco, del 17% al 21%. Esas ciudades incluían a Chicago, Los Ángeles, Miami y la ciudad de Nueva York.
Los investigadores también hallaron que el riesgo de síndrome del ojo seco fue un 13% más alto en las ciudades con una altitud elevada.
Los hallazgos sugieren que los médicos deben estar conscientes del vínculo entre las condiciones ambientales y el ojo seco, comentaron los investigadores. Recomendaron que los médicos obtengan un historial ambiental cuando evalúen a los pacientes con la afección.
"Sin duda alguna, muchas personas que viven en y cerca de ciudades áridas y contaminadas atestiguarían fácilmente el efecto que la contaminación atmosférica tiene sobre el ojo seco", comentó la autora del estudio, la Dra. Anat Galor, profesora asistente de oftalmología clínica en el Instituto del Ojo Bascom Palmer de Miami (Estados Unidos).
"Nuestra investigación sugiere que unas acciones sencillas, como mantener la humedad adecuada bajo techo y usar un filtro de aire de alta calidad, se deben sopesar como parte de la gestión general de los pacientes que sufren de síndrome del ojo seco", planteó la Dra. Galor.

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